Siempre he tenido la necesidad de viajar. Ir a un sitio nuevo me permite tener otra perspectiva del mundo tangible pero también de lo que está ocurriendo en ese momento en mi vida. De ahí que en mi obra sea importante idear espacios físicos que representen esos procesos de reflexión y las emociones que intervienen en ellos, dando como resultado paisajes mentales. Me gusta crear mundos en los que las miradas y las mentes siembren sus propias imágenes y emociones. Para esto, y por mi formación en arquitectura, diseño y danza clásica, propongo en mis cuadros, escenografías que sirven de punto de encuentro seres de diferentes dimensiones.
Mi obra nació durante la pandemia, tal vez por eso muestra zonas en donde el exterior irrumpe para confundirse con el interior, ambientes compartidos con animales y vegetación en composiciones en donde se pueda existir sin sobresaltos. Me inspira la música, el movimiento del cuerpo al bailar, y como vivo cerca del mar en México, en mis proyectos casi siempre están presentes el agua, el color azul, y los animales.
Pienso que los sueños son ventanas a otras dimensiones y me interesa traer esas creaciones a la luz del lienzo. Me fascinan los mensajes que las personas recuerdan cuando sueñan con sus familiares o animales difuntos y los símbolos que se utilizan en esta comunicación, como algún objeto personal o diferentes tipos de cielos, por lo que los he incluido en mi trabajo.
También he usado la luz como agente narradora de historias de migración forzada de Siria a Suecia. Para mí es fundamental mostrar universos y vivencias que no están al alcance de todos. Deseo que mi obra provoque en el espectador la necesidad de ir hacia adentro, de fugarse al no tiempo y al no espacio, más allá de las formas, colores y limitantes geográficos, a un lugar en donde muchos pueden conectarse mediante la esencia.